Yo soy ANA MARÍA TOLEDO. Soy hija de randera, sobrina de randera, nieta de randera y bisnieta de randera. Yo sigo trabajando la Randa, a esta edad hago lo que puedo. En la randa una pone lo que siente. A veces una está triste y agarra la randa y se distrae, ahí se nos olvidan las penas.
Ya de mi familia, Toledo-Nuñez, soy la única que queda. Hay sobrinas pero no quieren aprender, ninguna teje. He hecho tantos tejidos en la vida, de distintas formas, de distintos labores. Me gustaba más ponerle los dibujos, cualquier dibujo que sea o sino hacer labor a ojo, que viene a ser la randa con dibujos geométricos. Mi abuela me enseñó que eso se llamaba “labor a ojo”. En la labor a ojo una “inventa”, no se hace dibujo calcado, una pone lo que se le viene a la mente.
Esta Randa es octogonal, un tapete, o para poner en un cuadro, o para poner en la mesa. La puntilla es ojalado, ya pocas hacen eso porque es mucho trabajo.
Hace años cuando tejía mi mamá, mi abuela, era el hilo del 200, cerretel chiquito, ahora ya no hay. Consejo para otras randeras: que sigan aprendiendo, que inventen las labores a la randa. Muchas chicas tienen randas de trabajos muy buenos.
Mi deseo es que el Museo Folklórico me compre la randa grande. Yo no le pongo precio, que la pongan ellos, porque es de ahí, del Museo Folklórico. Hay una señora -que no sé si vive- que me dijo: “Ay, esta randa no debe salir de Tucumán”. Dicen que es única. Mide un metro y medio y es del año sesenta. No hice otra igual.
