RODFER GUTT
“Busco que el lector se sienta representado”
Entrevista con el joven escritor tucumano Rodfer Gutt, que acaba de publicar Donde los débiles mueren, un libro de relatos editado por el Fondo Editorial Aconquija.
Rodfer Gutt (Rodrigo Gutiérrez) nació en Tucumán en 1992. A los 15 Años comienza escribiendo letras de canciones para la banda de rock en la que tocaba el bajo. Tiempo después explora directamente el terreno de la literatura y empieza a producir sin pausa. Sus cuentos abordan ambientes cotidianos en los que surgen situaciones inquietantes que dejan lugar a la reflexión. Por sus escritos ha recibido premios literarios en distintos concursos, entre los que se destacan Concurso Internacional “Relatos Asombros VIII” (Casa vasca, Misiones – 2016); Segundo premio en el Concurso Provincial Leopoldo Lugones 37° Edición (Tucumán – 2016) y muchos otros.
Tiene publicados los relatos “Tierra sobre el cajón” y “Búsqueda en el fin del mundo”, en Historias Tucumanas, antología de cuentos, Ed. Del Taller, 2016; “El regalo”, en El Mate, antología de cuentos premiados en el concurso de cuentos sobre el rito del mate, Ed. El Imaginero (Misiones – 2016); “Barrer”, en la revista Relatos sin contrato (España – 2017); “El libro rojo”, en Morir tan lugeo, Ed. Biblioteca Popular del Paraná (Entre Ríos – 2018); “El canto del gallo”, en 40° Aniversario Concurso Leopoldo Lugones, Ed. Ediciones del Parque (Tucumán – 2019); “Vamos a dar una vuelta”, Premio Provincia del Chaco Literatura y Wscultura, Ed. ConTexto (Chaco – 2019); y Donde los débiles mueren (libro de cuentos), Fondo Editorial Aconquija (Ente Cultural de Tucumán – 2020).
El joven sostiene que es escritor de concursos: “mi motivación está ahí”, dice; y fue así que surgió Donde los débiles mueren. “La idea general de los relatos fue desprenderme de los traumas o dolores que acumulé en mi infancia y adolescencia, como también exponer ciertos comportamientos psicológicos que siempre me llamaron la atención. A veces hay que soltar eso, a lo que uno se aferra para seguir adelante, hacerse más fuerte. Donde los débiles mueren representa para mí; soltar, sin ‘morir’ en el proceso”, admite.
-¿Cómo encontraste el camino de la escritura?
Al principio fue por error; tenía una banda junto a unos amigos y habíamos compuesto unos temas, pero instrumentales. Después de mucho ensayar, conseguimos nuestra primera fecha. Estaba claro o así nos parecía que necesitábamos incorporar letras, para no caer en la monotonía. Me divertí en el proceso creativo, a pesar de no tener muy en claro cómo hacerlo. El hecho de poder escribir de lo que odiaba o fantaseaba me divirtió. Tenía unos quince años. El encuentro verdadero llegó cuando esta banda se disolvió. Yo había madurado y había cierto placer y orgullo en la escritura. Me decía a mí mismo “tengo que seguir haciendo esto”. Entonces gracias a una prima fui a un taller literario. Ahí me di cuenta que escribir letras no era lo mismo que relatos o cuentos. Tuve que re-acostumbrarme al hecho de sentirme cómodo con lo que quería expresar. En cierto grado, era un desafío. Escribía cuatro horas por días, todos los días. La meta era mejorar y llegar a ser escritor profesional. En realidad, todavía lo es.
-¿Cuáles son los ejes de tus relatos?
El eje central de los relatos es el concepto de la muerte. En mi pre-adolescencia, la muerte de mi abuela me traumó demasiado y para poder sobrellevar el momento, decidí tratar de entender qué significaba en realidad la muerte. Fue combatir fuego con fuego, como suelo decir. En todos los relatos el personaje central tiene que aprender a convivir con el duelo; aprender que todo tiene que derrumbarse para “reencarnar” en alguien más fuerte o débil, pero alguien nuevo al fin, alguien que incluso volverá a fallar pero que ahora es consciente de ese error.
-¿En qué te inspirás para escribir, vale la experiencia propia?
Mi inspiración está dividida en dos, el primer motivador es avanzar en mi carrera literaria. Después la “verdadera inspiración” llega sola. Las historias o recuerdos, mejor dicho, se van proyectando en mi cabeza como si fueran diapositivas, un pestañar, una vivencia, otro pestañar, una anécdota. Claro que a veces las ideas surgen de solo estar, imágenes sumamente extrañas; un payaso animando una fiesta donde todos están vestidos de payasos, por ejemplo.
-¿Qué buscás cuando escribís?
En cada relato busco empatía con el lector tipo, con esa persona que tuvo el mejor día de su vida o el peor de todos. Busco, sin intentarlo demasiado en realidad, que lea y se sienta representado tanto en la precariedad del día a día, como en el deseo casi absurdo de una vida utópica, con todo lo que representa. Al final, creo que todos esperamos eso, rodearnos de gente que esté pasando por lo mismo. Supongo que es un modo de sentirnos menos solos.
-¿Con qué frecuencia publicás, cuáles son las principales dificultades?
Tuve la suerte, creo, que mis cuentos fueran publicados todos los años. Las antologías de concursos literarios son un buen modo de permitirle a un cuento “vivir para siempre”. Aunque la realidad es que hoy en día no es tan fácil llegar a que una editorial, con la seriedad que se merece te publique. Sumado al hecho de que hay muchas entidades que juegan con el deseo que uno tiene de ver sus escritores en formato papel, prometen la publicación perfecta, cuando en realidad lo único que les importa es lucrar con una industria que siempre fue rentable.
-¿Qué te parece esta nueva editorial (Aconquija) que se abre para los escritores/as de la provincia?
Siempre creí que cuando se trabaja con responsabilidad el resultado, tarde o temprano, será el que uno espera. Es la primera vez que trabajo con el fondo Editorial Aconquija y la verdad es que me hicieron sentir que están involucrados con la literatura, que les interesa lo que uno escribe. Se tomaron el tiempo necesario para cada proceso, lo cual para mi es sinónimo de respeto.