MARCOS ROSENZVAIG
Entre el amor y la revolución
Charla con el escritor tucumano Marcos Rosenzvaig, quien dio una clínica de narrativa en el 17º Mayo de las Letras Digital.
“Las historias de amor siempre están en mis novelas históricas o no históricas. Claro que cuando se trata de los amores de la historia hay una distancia entre el pasado en que sucedió, y el presente de cuando lo estoy contando. Pero cuando lo cuento, ese pasado se hace presente desde una primera persona”, sostiene el escritor tucumano Marcos Rosenzvaig, quien reside en Buenos Aires desde los años 70.
Nacido en Tucumán en 1954, el autor de más de una treintena de obras, es también dramaturgo, director teatral, ensayista, profesor y doctor en Letras, egresado de la Universidad Nacional de Tucumán. Se doctoró en Filología Hispánica por la Universidad de Málaga, con la tesis Ser e identidad en la obra de Copi.
Algunas de sus obras teatrales publicadas son Niyinsky, Regreso a casa, ¿Ya se hizo usted su fotografía?, Matadero Capital Federal, y El Sacrificio, entre otras.
Entre los ensayos publicados se encuentran Técnicas actorales contemporáneas I y II, Las artes que atraviesan el teatro, Tadeusz Kantor o los espejos de la muerte, El teatro de la enfermedad, Copi, sexo y teatralidad y Breviario de estéticas teatrales. Y, como novelista, Perder la cabeza, Qué difícil es decir te quiero, Madres fuck you, Monteagudo, anatomía de una revolución, Cabeza de Tigre. En junio próximo saldrá Querido Eichmann.
Ha dirigido y actuado en Suecia, España, Italia, Alemania, Colombia, Ecuador y Argentina.
El multifacético autor ofreció, en el marco de la 17º edición del Mayo de las Letras Digital, una clínica de narrativa, donde da las claves para la construcción de una novela.
En esta charla habló de su actual ocupación, la novela histórica y recordó sus primeros pasos en el arte escénico, a los 14 años, una actividad que le llevó prácticamente toda una vida; sigue dirigiendo obras pero de forma esporádica. “Cada vez se hace más complicado, el no tener recursos es una imposibilidad que me frena proyectos”, reconoce el autor, quien en 2011 dirigió en nuestra provincia la “La Renuncia”, obra de su autoría.
En la actualidad su principal ocupación es la novela histórica. Perder la cabeza es casi un monólogo teatral, en el que Fortunata García logra robarse la cabeza de su amado, Marcos Avellaneda, clavada en la picota de una plaza. Monteagudo, Anatomía de una Revolución, también del género, transcurre en la sala de autopsias de la morgue de la calle Viamonte. Hasta allí llegan los restos del tucumano Bernardo de Monteagudo a Buenos Aires, casi noventa años después de ser asesinado en Lima (1825), a los 35 años de edad.
Se trata de dos novelas donde se entremezclan el amor y la revolución.
“Siempre están en mis novelas el tema del amor casi romántico. Creo que el lector y el autor, ambos, tienen la posibilidad de soñar con esos ideales perdidos”, señala para luego destacar: “el entrelazamiento que se da en Perder la cabeza, está dado por dos historias de amor. Una es la de Fortunata (García) con Marco Avellaneda; y la otra es la de Pablo con su amada, ambos están imposibilitados de viajar, ambos están tratando de escapar en la Tucumán de los años 70. Eso me remonta a distintas categorías temporales. Por un lado, está el pasado de los hechos, en boca de los personajes históricos; luego hay otro pasado que circula en los años 70 que es el de este estudiante tucumano que trata de escapar. Hay un presente que se diluye que es el de quien escribe la historia. Y digo quien escribe porque seguramente hay un narrador que no es un escritor, el escritor es otro”.
“El lector es un actor y la novela histórica necesita un yo: ´Conócete a ti mismo´, dice la esfinge. Es una vana idea filosófica conocerse; San Pablo dice que el verdadero amor es la suspensión del yo”, remata.
Al valorar otros aspectos en la construcción de la novela, Rosenzvaig asegura que el comienzo de una novela es fundamental. “En primer lugar porque todo lector continúa la lectura o la descarta después de las tres primeras páginas, es decir que la primera debe ser perfecta. Roland Barthes habla de este aspecto en una de sus obras”.
Por último, el novelista se refirió a otro aspecto importante del narrador como el ser explorador de la existencia, y afirma que es un concepto amplio. “Es tal vez una mirada más filosófica y social. Fundamentalmente es un explorador de la existencia que no intenta en ningún momento enjuiciar sino mostrar a los personajes y las situaciones, pero nunca llevar a un juicio”, añadió.