ALEJANDRO GRIMSON

Apuesta a la construcción colectiva del país

Entrevista con el antropólogo, asesor presidencial y director del Programa Argentina Futura de Jefatura de Gabinete de la Nación.

La pandemia deja de manera exponencial una de las crisis más duras que enfrenta Argentina, de éste y otros temas como el “péndulo argentino”, la recurrencia en políticas neoliberales, y el programa Argentina Futura, habló el antropólogo y asesor presidencial Alejandro Grimson, en una entrevista con el Ente Cultural. El especialista en cultura política participa del 17º Mayo de las Letras Digital.

Grimson es doctor en Antropología por la Universidad de Brasilia, hizo estudios de comunicación en la Universidad de Buenos Aires, y se ha especializado en procesos migratorios, zonas de frontera, movimientos sociales, culturas políticas, identidades e interculturalidad. Es investigador del CONICET y docente del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la UNSAM.

Sus libros y trabajos de investigación recibieron varios premios. Los límites de la cultura fue distinguido en LASA como el mejor libro publicado en castellano en 2011. Mitomanías argentinas (Siglo veintiuno, 2012), Mitomanías de la educación argentina (Siglo veintiuno, 2014) escrito en coautoría con Emilio Tenti Fanfani y ¿Qué es el peronismo? (Siglo veintiuno, 2019), y El futuro después del COVID-19 (se puede acceder de manera digital gratuitamente), son algunos de sus libros más importantes.

A través del programa Argentina Futura,  sacó a la luz El futuro después del COVID-19, donde recoge la opinión de Ricardo Forster, Maristella Svampa, Beatriz Sarlo, María Moreno, Gabriela Cabezón Cámara y Cristian Alarcón, entre una treintena de intelectuales.

El libro se puede consultar de manera gratuita aquí: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/el_futuro_despues_del_covid-19.pdf

-Tomando el título de su libro, ¿cómo avizora el futuro del país después de la pandemia?

En distintos momentos después de que comenzó la pandemia hubo previsiones o pronósticos más optimistas, en el sentido en que la humanidad iba a aprender un montón de lecciones a partir de la pandemia sobre el valor de la vida, de la salud pública, de lo público, la importancia de la vida en común y un montón de cosas más; y que de alguna manera, este drama que estamos atravesando iba a terminar a largo plazo siendo útil para edificar una sociedad mejor.

También hubo autores y autoras que tuvieron una visión más pesimista en términos de que la pandemia podía destruir democracias, generar autoritarismos o distintos tipos de procesos negativos. 

En realidad mi visión no es optimista ni pesimista en este sentido, sino que creo que no se puede avizorar un futuro determinado porque va a depender principalmente de hasta qué punto las sociedades y las grandes mayorías tomen a su cargo el desafío histórico que se plantea en este momento.

Me parece que sería tan errado negar que lo van a hacer, como creer que lo harán de manera integral y con toda la potencia necesaria. Por lo menos, por lo que estamos viendo, lo más probable es que siga un camino de tensiones y de luchas para redefinir el valor de lo público y de todo lo que menciono antes de la vida en comunidad y la solidaridad. Todo eso y más va formar parte de las disputas por venir y ahí se irá jugando la construcción colectiva de ese futuro que por ahora sigue indefinido.

-No podemos soslayar el término crisis cuando analizamos la situación actual de Argentina, si miramos atrás tampoco, ¿qué tiene que cambiar para que esto deje de suceder?

El término crisis en la Argentina tiene dos dimensiones que vale la pena resaltar. Por una parte, es uno de los países donde es más habitual que la propia sociedad, los analistas, los periodistas, científicos sociales y la gente común –que no es especialista en esos temas- hable de crisis como una palabra habitual y cotidiana que describe siempre de manera “apropiada” aparentemente de lo que sucede en el país. Si bien es cierto que en algunos períodos muy cortos de las últimas décadas, no tanto, pero es impresionante la cantidad de momentos en que eso ha sido siempre así.

¿A qué se debe? Desde el punto de vista antropológico tiene que ver con una fuerza cultural muy grande del presente inmediato en la definición de la sociedad y de los tiempos de la sociedad. Hay sociedades muy concentradas en el pasado, y Argentina tiene algunas tendencias a concentrarse sobre temas del pasado; hay sociedades hiperconcentradas sobre el presente, sobre la coyuntura; y hay otras más preocupadas por el futuro o más ilusionadas o apasionadas por el futuro.

Por otro lado, la Argentina es el país con más cantidad de crisis económicas en la región en los últimos 50 años. En parte porque las crisis económicas globales golpean obviamente de manera distinta a todos los países, pero la Argentina ha tenido en los últimos 45 años por lo menos cinco crisis endógenas y se ha instalado la idea que se repiten cada 10 o 15 años.

Digo esto porque no es inexorable que se repitan; se repiten por ciertas razones estructurales de la economía y de la vida política y social del país.

Efectivamente para que esto deje de suceder hay cosas que tienen que cambiar, como el hecho de que podamos salir de lo que se llama el “péndulo argentino”.

-La gran paradoja es que llevamos cerca de 40 años de democracia, de elegir nuestros propios gobernantes, después de la trágica dictadura militar; como ciudadanos nos preguntamos qué tiene que pasar para que los argentinos lleguemos a un “acuerdo” generalizado?

Lo de generar acuerdos está vinculado con salir del péndulo, no necesariamente con un acuerdo generalizado, pero sí  por un camino de acuerdos que se vayan construyendo entre sectores económicos, sociales y políticos que involucren a las grandes mayorías y que permitan salir de esta recurrencia que tenía la Argentina en políticas neoliberales que han terminado siempre de la misma manera: con una crisis, un aumento brutal de la pobreza y con un aumento exponencial del endeudamiento externo.

Es crucial que los argentinos y argentinas entendamos que debemos asumir esta historia de crisis endógenas y de recurrencia crítica del neoliberalismo para poder construir un camino de desarrollo integral que contemple todas las dimensiones de la vida humana y un camino que sea sostenible y eso depende  inexorablemente de la construcción y generación de acuerdos sociales y políticos.

-¿Qué es el Programa de Argentina Futura? ¿Cómo funciona? ¿Qué perspectiva nos abre?

Está dedicado principalmente a construir los lineamientos de las políticas públicas del futuro de la Argentina, con una perspectiva de mediano y largo plazo y justamente estamos trabajando en estas cuestiones del péndulo, de los acuerdos y también del aspecto multidimensional del desarrollo, involucrando a la economía pero también lo territorial para construir un país donde haya distintos polos productivos y urbanos en todo el territorio nacional y avancemos en el proceso de desconcentración demográfica, tan importante para el futuro de la Argentina . En función de eso podamos ir pensando cómo valorizar los bienes públicos: educación, salud en modelos de vida rural urbana que involucren no sólo procesos productivos y la generación genuina de empleos, sino también una vida plena en términos de acceso a la vivienda, a los bienes y servicios básicos, y también de perspectivas de conectividad territorial y conectividad virtual que permitan desarrollar la vida en cada uno de los lugares de la Argentina; y que para poder acceder a esos servicios no haya que migrar a las grandes ciudad, sino que en cada sitio del país pueda arraigarse quien quiera para desplegar su proyecto de vida en ese lugar. 

ALEJANDRO GRIMSON

Apuesta a la construcción colectiva del país

Entrevista con el antropólogo, asesor presidencial y director del Programa Argentina Futura de Jefatura de Gabinete de la Nación.

La pandemia deja de manera exponencial una de las crisis más duras que enfrenta Argentina, de éste y otros temas como el “péndulo argentino”, la recurrencia en políticas neoliberales, y el programa Argentina Futura, habló el antropólogo y asesor presidencial Alejandro Grimson, en una entrevista con el Ente Cultural. El especialista en cultura política participa del 17º Mayo de las Letras Digital.

Grimson es doctor en Antropología por la Universidad de Brasilia, hizo estudios de comunicación en la Universidad de Buenos Aires, y se ha especializado en procesos migratorios, zonas de frontera, movimientos sociales, culturas políticas, identidades e interculturalidad. Es investigador del CONICET y docente del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la UNSAM.

Sus libros y trabajos de investigación recibieron varios premios. Los límites de la cultura fue distinguido en LASA como el mejor libro publicado en castellano en 2011. Mitomanías argentinas (Siglo veintiuno, 2012), Mitomanías de la educación argentina (Siglo veintiuno, 2014) escrito en coautoría con Emilio Tenti Fanfani y ¿Qué es el peronismo? (Siglo veintiuno, 2019), y El futuro después del COVID-19 (se puede acceder de manera digital gratuitamente), son algunos de sus libros más importantes.

A través del programa Argentina Futura,  sacó a la luz El futuro después del COVID-19, donde recoge la opinión de Ricardo Forster, Maristella Svampa, Beatriz Sarlo, María Moreno, Gabriela Cabezón Cámara y Cristian Alarcón, entre una treintena de intelectuales.

El libro se puede consultar de manera gratuita aquí: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/el_futuro_despues_del_covid-19.pdf

-Tomando el título de su libro, ¿cómo avizora el futuro del país después de la pandemia?

En distintos momentos después de que comenzó la pandemia hubo previsiones o pronósticos más optimistas, en el sentido en que la humanidad iba a aprender un montón de lecciones a partir de la pandemia sobre el valor de la vida, de la salud pública, de lo público, la importancia de la vida en común y un montón de cosas más; y que de alguna manera, este drama que estamos atravesando iba a terminar a largo plazo siendo útil para edificar una sociedad mejor.

También hubo autores y autoras que tuvieron una visión más pesimista en términos de que la pandemia podía destruir democracias, generar autoritarismos o distintos tipos de procesos negativos. 

En realidad mi visión no es optimista ni pesimista en este sentido, sino que creo que no se puede avizorar un futuro determinado porque va a depender principalmente de hasta qué punto las sociedades y las grandes mayorías tomen a su cargo el desafío histórico que se plantea en este momento.

Me parece que sería tan errado negar que lo van a hacer, como creer que lo harán de manera integral y con toda la potencia necesaria. Por lo menos, por lo que estamos viendo, lo más probable es que siga un camino de tensiones y de luchas para redefinir el valor de lo público y de todo lo que menciono antes de la vida en comunidad y la solidaridad. Todo eso y más va formar parte de las disputas por venir y ahí se irá jugando la construcción colectiva de ese futuro que por ahora sigue indefinido.

-No podemos soslayar el término crisis cuando analizamos la situación actual de Argentina, si miramos atrás tampoco, ¿qué tiene que cambiar para que esto deje de suceder?

El término crisis en la Argentina tiene dos dimensiones que vale la pena resaltar. Por una parte, es uno de los países donde es más habitual que la propia sociedad, los analistas, los periodistas, científicos sociales y la gente común –que no es especialista en esos temas- hable de crisis como una palabra habitual y cotidiana que describe siempre de manera “apropiada” aparentemente de lo que sucede en el país. Si bien es cierto que en algunos períodos muy cortos de las últimas décadas, no tanto, pero es impresionante la cantidad de momentos en que eso ha sido siempre así.

¿A qué se debe? Desde el punto de vista antropológico tiene que ver con una fuerza cultural muy grande del presente inmediato en la definición de la sociedad y de los tiempos de la sociedad. Hay sociedades muy concentradas en el pasado, y Argentina tiene algunas tendencias a concentrarse sobre temas del pasado; hay sociedades hiperconcentradas sobre el presente, sobre la coyuntura; y hay otras más preocupadas por el futuro o más ilusionadas o apasionadas por el futuro.

Por otro lado, la Argentina es el país con más cantidad de crisis económicas en la región en los últimos 50 años. En parte porque las crisis económicas globales golpean obviamente de manera distinta a todos los países, pero la Argentina ha tenido en los últimos 45 años por lo menos cinco crisis endógenas y se ha instalado la idea que se repiten cada 10 o 15 años.

Digo esto porque no es inexorable que se repitan; se repiten por ciertas razones estructurales de la economía y de la vida política y social del país.

Efectivamente para que esto deje de suceder hay cosas que tienen que cambiar, como el hecho de que podamos salir de lo que se llama el “péndulo argentino”.

-La gran paradoja es que llevamos cerca de 40 años de democracia, de elegir nuestros propios gobernantes, después de la trágica dictadura militar; como ciudadanos nos preguntamos qué tiene que pasar para que los argentinos lleguemos a un “acuerdo” generalizado?

Lo de generar acuerdos está vinculado con salir del péndulo, no necesariamente con un acuerdo generalizado, pero sí  por un camino de acuerdos que se vayan construyendo entre sectores económicos, sociales y políticos que involucren a las grandes mayorías y que permitan salir de esta recurrencia que tenía la Argentina en políticas neoliberales que han terminado siempre de la misma manera: con una crisis, un aumento brutal de la pobreza y con un aumento exponencial del endeudamiento externo.

Es crucial que los argentinos y argentinas entendamos que debemos asumir esta historia de crisis endógenas y de recurrencia crítica del neoliberalismo para poder construir un camino de desarrollo integral que contemple todas las dimensiones de la vida humana y un camino que sea sostenible y eso depende  inexorablemente de la construcción y generación de acuerdos sociales y políticos.

-¿Qué es el Programa de Argentina Futura? ¿Cómo funciona? ¿Qué perspectiva nos abre?

Está dedicado principalmente a construir los lineamientos de las políticas públicas del futuro de la Argentina, con una perspectiva de mediano y largo plazo y justamente estamos trabajando en estas cuestiones del péndulo, de los acuerdos y también del aspecto multidimensional del desarrollo, involucrando a la economía pero también lo territorial para construir un país donde haya distintos polos productivos y urbanos en todo el territorio nacional y avancemos en el proceso de desconcentración demográfica, tan importante para el futuro de la Argentina . En función de eso podamos ir pensando cómo valorizar los bienes públicos: educación, salud en modelos de vida rural urbana que involucren no sólo procesos productivos y la generación genuina de empleos, sino también una vida plena en términos de acceso a la vivienda, a los bienes y servicios básicos, y también de perspectivas de conectividad territorial y conectividad virtual que permitan desarrollar la vida en cada uno de los lugares de la Argentina; y que para poder acceder a esos servicios no haya que migrar a las grandes ciudad, sino que en cada sitio del país pueda arraigarse quien quiera para desplegar su proyecto de vida en ese lugar. 

ALEJANDRO GRIMSON

Apuesta a la construcción colectiva del país

Entrevista con el antropólogo, asesor presidencial y director del Programa Argentina Futura de Jefatura de Gabinete de la Nación.

La pandemia deja de manera exponencial una de las crisis más duras que enfrenta Argentina, de éste y otros temas como el “péndulo argentino”, la recurrencia en políticas neoliberales, y el programa Argentina Futura, habló el antropólogo y asesor presidencial Alejandro Grimson, en una entrevista con el Ente Cultural. El especialista en cultura política participa del 17º Mayo de las Letras Digital.

Grimson es doctor en Antropología por la Universidad de Brasilia, hizo estudios de comunicación en la Universidad de Buenos Aires, y se ha especializado en procesos migratorios, zonas de frontera, movimientos sociales, culturas políticas, identidades e interculturalidad. Es investigador del CONICET y docente del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la UNSAM.

Sus libros y trabajos de investigación recibieron varios premios. Los límites de la cultura fue distinguido en LASA como el mejor libro publicado en castellano en 2011. Mitomanías argentinas (Siglo veintiuno, 2012), Mitomanías de la educación argentina (Siglo veintiuno, 2014) escrito en coautoría con Emilio Tenti Fanfani y ¿Qué es el peronismo? (Siglo veintiuno, 2019), y El futuro después del COVID-19 (se puede acceder de manera digital gratuitamente), son algunos de sus libros más importantes.

A través del programa Argentina Futura,  sacó a la luz El futuro después del COVID-19, donde recoge la opinión de Ricardo Forster, Maristella Svampa, Beatriz Sarlo, María Moreno, Gabriela Cabezón Cámara y Cristian Alarcón, entre una treintena de intelectuales.

El libro se puede consultar de manera gratuita aquí: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/el_futuro_despues_del_covid-19.pdf

-Tomando el título de su libro, ¿cómo avizora el futuro del país después de la pandemia?

En distintos momentos después de que comenzó la pandemia hubo previsiones o pronósticos más optimistas, en el sentido en que la humanidad iba a aprender un montón de lecciones a partir de la pandemia sobre el valor de la vida, de la salud pública, de lo público, la importancia de la vida en común y un montón de cosas más; y que de alguna manera, este drama que estamos atravesando iba a terminar a largo plazo siendo útil para edificar una sociedad mejor.

También hubo autores y autoras que tuvieron una visión más pesimista en términos de que la pandemia podía destruir democracias, generar autoritarismos o distintos tipos de procesos negativos. 

En realidad mi visión no es optimista ni pesimista en este sentido, sino que creo que no se puede avizorar un futuro determinado porque va a depender principalmente de hasta qué punto las sociedades y las grandes mayorías tomen a su cargo el desafío histórico que se plantea en este momento.

Me parece que sería tan errado negar que lo van a hacer, como creer que lo harán de manera integral y con toda la potencia necesaria. Por lo menos, por lo que estamos viendo, lo más probable es que siga un camino de tensiones y de luchas para redefinir el valor de lo público y de todo lo que menciono antes de la vida en comunidad y la solidaridad. Todo eso y más va formar parte de las disputas por venir y ahí se irá jugando la construcción colectiva de ese futuro que por ahora sigue indefinido.

-No podemos soslayar el término crisis cuando analizamos la situación actual de Argentina, si miramos atrás tampoco, ¿qué tiene que cambiar para que esto deje de suceder?

El término crisis en la Argentina tiene dos dimensiones que vale la pena resaltar. Por una parte, es uno de los países donde es más habitual que la propia sociedad, los analistas, los periodistas, científicos sociales y la gente común –que no es especialista en esos temas- hable de crisis como una palabra habitual y cotidiana que describe siempre de manera “apropiada” aparentemente de lo que sucede en el país. Si bien es cierto que en algunos períodos muy cortos de las últimas décadas, no tanto, pero es impresionante la cantidad de momentos en que eso ha sido siempre así.

¿A qué se debe? Desde el punto de vista antropológico tiene que ver con una fuerza cultural muy grande del presente inmediato en la definición de la sociedad y de los tiempos de la sociedad. Hay sociedades muy concentradas en el pasado, y Argentina tiene algunas tendencias a concentrarse sobre temas del pasado; hay sociedades hiperconcentradas sobre el presente, sobre la coyuntura; y hay otras más preocupadas por el futuro o más ilusionadas o apasionadas por el futuro.

Por otro lado, la Argentina es el país con más cantidad de crisis económicas en la región en los últimos 50 años. En parte porque las crisis económicas globales golpean obviamente de manera distinta a todos los países, pero la Argentina ha tenido en los últimos 45 años por lo menos cinco crisis endógenas y se ha instalado la idea que se repiten cada 10 o 15 años.

Digo esto porque no es inexorable que se repitan; se repiten por ciertas razones estructurales de la economía y de la vida política y social del país.

Efectivamente para que esto deje de suceder hay cosas que tienen que cambiar, como el hecho de que podamos salir de lo que se llama el “péndulo argentino”.

-La gran paradoja es que llevamos cerca de 40 años de democracia, de elegir nuestros propios gobernantes, después de la trágica dictadura militar; como ciudadanos nos preguntamos qué tiene que pasar para que los argentinos lleguemos a un “acuerdo” generalizado?

Lo de generar acuerdos está vinculado con salir del péndulo, no necesariamente con un acuerdo generalizado, pero sí  por un camino de acuerdos que se vayan construyendo entre sectores económicos, sociales y políticos que involucren a las grandes mayorías y que permitan salir de esta recurrencia que tenía la Argentina en políticas neoliberales que han terminado siempre de la misma manera: con una crisis, un aumento brutal de la pobreza y con un aumento exponencial del endeudamiento externo.

Es crucial que los argentinos y argentinas entendamos que debemos asumir esta historia de crisis endógenas y de recurrencia crítica del neoliberalismo para poder construir un camino de desarrollo integral que contemple todas las dimensiones de la vida humana y un camino que sea sostenible y eso depende  inexorablemente de la construcción y generación de acuerdos sociales y políticos.

-¿Qué es el Programa de Argentina Futura? ¿Cómo funciona? ¿Qué perspectiva nos abre?

Está dedicado principalmente a construir los lineamientos de las políticas públicas del futuro de la Argentina, con una perspectiva de mediano y largo plazo y justamente estamos trabajando en estas cuestiones del péndulo, de los acuerdos y también del aspecto multidimensional del desarrollo, involucrando a la economía pero también lo territorial para construir un país donde haya distintos polos productivos y urbanos en todo el territorio nacional y avancemos en el proceso de desconcentración demográfica, tan importante para el futuro de la Argentina . En función de eso podamos ir pensando cómo valorizar los bienes públicos: educación, salud en modelos de vida rural urbana que involucren no sólo procesos productivos y la generación genuina de empleos, sino también una vida plena en términos de acceso a la vivienda, a los bienes y servicios básicos, y también de perspectivas de conectividad territorial y conectividad virtual que permitan desarrollar la vida en cada uno de los lugares de la Argentina; y que para poder acceder a esos servicios no haya que migrar a las grandes ciudad, sino que en cada sitio del país pueda arraigarse quien quiera para desplegar su proyecto de vida en ese lugar.