Andrea Barbá representó a Tucumán en la Residencia Internacional en Artes Performativas del NOA

La artista y creadora escénica Andrea Barbá fue una de las seis seleccionadas para participar en la primera edición de la Residencia Internacional en Artes Performativas del NOA, una coproducción entre la Dirección de Artes Visuales del Ente Cultural de Tucumán y el equipo de gestión cultural ULMUS-LODO. Esta propuesta artística se desarrolló del 21 al 25 de abril en la provincia de Tucumán y estuvo bajo la dirección del destacado artista jujeño Tiziano Cruz, reconocido internacionalmente por su obra “Soliloquio”.

Durante cinco días intensivos, artistas provenientes de Jujuy, La Rioja, Catamarca, Salta, Santiago del Estero y Tucumán convivieron y trabajaron en un espacio de creación situado, proponiendo proyectos originales en diálogo con los territorios, los museos y las realidades sociales y culturales del NOA. Además de Tiziano Cruz, la residencia contó con la curaduría y acompañamiento de los artistas Toti Valdez y Gely González, y la participación estelar de artistas invitados de Chile y Bolivia, que aportaron una mirada internacional al proceso.

Andrea Barbá, licenciada en Teatro por la Universidad Nacional de Tucumán, cuenta con una trayectoria destacada en el ámbito de las artes escénicas, habiendo integrado el Teatro Estable de la Provincia y recibido reconocimientos de la Asociación Argentina de Actores y los Premios Hugo Federales. Durante la residencia, trabajó en su proyecto “Una actriz se retira”, una propuesta que cuestiona los sistemas de institucionalización del arte y la domesticación de los cuerpos en función de la productividad. A partir de una mirada autobiográfica, la artista plantea interrogantes sobre el deseo, el agotamiento creativo y las condiciones laborales en el campo artístico.

Antes de llegar a la residencia, tenía la expectativa de poder socializar mi proyecto en un espacio de creación colectiva, con artistas en búsqueda, con obra en proceso. Deseaba encontrar otras miradas que pudieran enriquecer lo que venía pensando y eso se cumplió ampliamente, expresó Barbá.

Durante el proceso, la artista compartió su obra con los tutores y demás residentes, lo que le permitió recibir devoluciones que describió como fundamentales: “El proyecto comenzó a producir nuevas preguntas, nuevas materialidades poéticas: escritura, composición visual, dispositivos escénicos. Me interesa mucho pensar qué sentido político habita en mi práctica artística, y esta instancia me ayudó a seguir haciéndome esas preguntas”.

Barbá también destacó la potencia del espacio compartido:

Mi experiencia fue la de vivenciar un tipo de intensidad creadora poco frecuente. En un mundo atravesado por la productividad y el cansancio, esta residencia permitió detener el tiempo cotidiano y crear en comunidad. Fue un goce creativo imaginativo del orden de lo extraordinario, algo que hoy está en crisis.

Sobre su obra, profundizó: «Me interesa cuestionar qué lugar ocupan los cuerpos, el deseo y el tiempo dentro de un sistema capitalista de producción y reproducción del Arte y de qué manera los cuerpos son reclutados y domesticados como materia productiva a partir de los sistemas de institucionalización del Arte». 

«Me he propuesto trabajar con mi biografía y mi trayecto escénico como actriz que ha trabajado por más de veinte años al servicio de una institución del Arte como resulta ser un elenco de Teatro Estable de una provincia del Noroeste de un país como Argentina para hacerme preguntas en torno al agotamiento creativo y al costo físico – sensible que supone formar parte de estas estructuras de reproducción de arte. Que ante la determinación de hackearlas a partir de un gesto que implique derribar un trayecto construido a fuerza de años de “servicio” y solicitar una renuncia, un retiro voluntario, una licencia por afección, enfermedad, maternidad o agotamiento por ejemplo, repensar la persistencia corporal, el deseo y las condiciones de trabajo, se convierte en una retirada ofensiva. Una retirada ofensiva del sistema instaurado y del sentido de pertenencia social», agregó.

Finalmente, les dejó un mensaje a otros artistas que deseen participar de este tipo de espacios: «una alternativa posible de encuentro creativo hoy es ir al encuentro de y con otros. Es el cruce, la transversalidad, la diversificación de pensamiento crítico sobre nuestro hacer artístico y que las instancias de residencias de creación son un espacio – tiempo en donde una en compañía de otros, ha conseguido sentir menos intemperie. Ha conseguido sentir que no se está tan insomne, ni tan narcotizada de distopía, ni tan sola imaginando otro amanecer al menos uno, sin tanta lucha».

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